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La Casa Encendida y el Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH) celebraron este miércoles, 13 de abril, la segunda sesión del ciclo “El papel de España en el Mundo” con la participación de Charles Powell, director del Real Instituto Elcano e Ignacio Torreblanca, director de la Oficina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) y profesor de la UNED.

 

La charla-coloquio estuvo moderada por Áurea Moltó, subdirectora de Política Exterior y directora de politicaexterior.com, y  realizó un exhaustivo repaso de la política exterior española de los últimos años y proyectó un horizonte hacia el cual  poder dirigir la diplomacia española en los próximos años.

 

 

 

Madrid, 14 de abril

 

Charles Powell comenzó su intervención realizando un breve recorrido  cronológico sobre la historia reciente de la política exterior española, que dividió en 5 etapas a lo largo del tiempo:

 

  • Una primera, desde el fin de la dictadura (1976) hasta la entrada de España en la UE (1986-88), en el que se trataba de insertar a España en el orden internacional.
  • A esta le seguiría una etapa de maduración con años en los que se empiezan a europeizar las prioridades de la política exterior con la Cumbre de Madrid de 1991. Y desarrolla su política con Europa y América Latina.
  • Una fase de experimentación donde se trata de fortalecer las relaciones con EE UU y acaba alejándose del eje franco-alemán, que se correspondería con la etapa de los gobiernos de José María Aznar (1996-2004).
  • Tras esta etapa, aparece un tiempo de rectificación de esa experimentación, con vuelta al corazón de Europa y mayor énfasis en el multilateralismo, con el equipo de José Luis Rodríguez Zapatero y Miguel Ángel Moratinos en la cartera de Exteriores.
  • La actualidad podría calificarse como de corrección de la rectificación previa. Una época dominada por la crisis en la acción exterior española, con ausencia de ideas sobre qué áreas son las que se quieren priorizar en la política exterior.

 

Esta situación actual en la política exterior fue explicada por José Ignacio Torreblanca, como consecuencia de las peculiaridades del sistema político español y europeo, donde “el papel de los presidentes a en la toma de decisiones de política exterior ha sido extraordinaria y ahí influye demasiado la idiosincrasia nacional de cada presidente”, afirmó.

 

En palabras del director del ECFR, “existe un modelo de diplomacia de estado-nación, proveniente del postfranquismo, donde se pretende minimizar los conflictos exteriores y lograr la inclusión. Aquí, el problema surge cuando la diplomacia apuesta por estar en sitios por el mero hecho de estar, sin saber muy bien qué se hace, como en el Consejo de Seguridad o el G-20”, denunció.

 

Este modelo,  prosiguió, solamente fue puesto en cuestión por dos presidentes españoles, Felipe González y José María Aznar, ya que no dibujaban un mundo en el que ellos querían jugar. Mientras para González era la europeización y modernización de la sociedad española, y atraer los beneficios de una globalización hacia los intereses nacionales, para Aznar durante un periodo mucho más corto la prioridad fue convertir a España en un Reino Unido del sur de Europa, apostando por una España atlántica frente a la España europea del periodo anterior. Posteriormente, continuó explicando, tanto Zapatero como Rajoy, han pretendido recuperar los modelos de González y Aznar respectivamente.

 

En el contexto europeo, continuó José Ignacio Torreblanca, “la mejor política exterior europea en el periodo 1994-2004 era no hacer nada, solo esperar y no gestionar nada. Eso ha cambiado radicalmente con múltiples  focos de desestabilización, auge de China, mundo árabe, Balcanes, etc. Y se sigue sin gestionar absolutamente nada”.

 

Horizonte de la política exterior

 

A la hora de realizar previsiones de los caminos que puede tomar la política exterior española, Charles Powell  mencionó el meritorio puesto 13 que ocupa España en el índice de presencia global del Real Instituto Elcano. Según Powell: “tras cumplir objetivos derivados de la adhesión al proyecto europeo, ese proyecto se ha agotado. Ahora, cuando preguntamos a los diplomáticos qué quiere ser España de mayor, no saben qué responder, no existe un relato en política exterior”.

 

El horizonte europeo, en opinión de Powell, estará muy condicionado por el desenlace del Brexit. Si se produce la ruptura, Europa puede perder a la segunda economía europea, con proyección de ser la primera en apenas un par de décadas. “Esto puede ser un golpe muy serio para el proyecto europeo que hace que incremente el escepticismo a la hora de pensar en un proyecto de política exterior europeo. Ningún país tiene las cosas claras al respecto. Y España no es ninguna excepción”.

 

Para Torreblanca, en España falta hacerse varias preguntas para salir de ese ensimismamiento que planteaba Charles Powell. "¿Cómo nos vamos a posicionar en un mundo abierto? ¿Cómo podemos ganar en la globalización haciendo qué?" En su opinión, son preguntas que se consiguieron responder  en el pasado, tanto con la apertura de la dictadura a partir de los años 50 como con la entrada en la UE pero que, en la actualidad, no sabe dar respuestas y no hay ese debate.

 

España como potencia media con intereses globales

 

¿Cómo compaginar intereses con valores? Aquí apareció la idea de la marca España, en la que ambos invitados veían un error conceptual en su planteamiento al vincular los intereses comerciales con cierta identidad nacional con la que se pretende dotar. “No hay muchos países que tengan la cantidad de instrumentos y argumentos, puerta de África, nexo atlántico, cercanía con el mundo árabe… El problema es articular esto con credibilidad y capacidad propositiva”, se lamentaba Powell, y expuso  la Estrategia Barcelona entorno al Mediterráneo  de hace unos años, sin mucho recorrido, pero con resultados positivos durante su década de vida.

 

Powell también denunció la ausencia de América Latina en el debate internacional, donde, según el director de ElCano, “España puede hacer bastante para explicar, y poner en valor las relaciones con el mundo latinoamericano”.

 

Para Torreblanca, esta capacidad propositiva también ha estado ausente en otras cuestiones como la crisis de los refugiados: “No se ha pensado en nuestro papel porque la política exterior europea estaba en construcción” y denuncia que “se aplican modelos por defecto, porque España pensaba que tenía un modelo de éxito que podía exportar a sus socios y eso ha sido un gran error”.

 

Experiencias como las de los cayucos en Canarias de 2006 han puesto de manifiesto cómo “los  inmigrantes que llegaban a nuestras costas provenían de países con los que se podía haber trabajado temas como el retorno, el derecho al asilo o acuerdos de repatriación, pero no se ha hecho nada al respecto”.

 

Nuevo panorama política, oportunidades y riesgos para la política exterior

 

Para Charles Powell, “la oportunidad está en la frescura de ideas. Hay que aprovechar este cambio político para que entre aire fresco”. “En un escenario de poder fragmentado, la democratización de la política exterior puede ser una realidad, porque el Parlamento nunca ha fiscalizado la política exterior española”.

 

En relación a la coyuntura nacional, José Ignacio Torreblanca aseguró que existe un riesgo en la pérdida de discusión de temas trascendentales y habló de la existencia de dos constituciones que no aparecen en el debate político: “una política que podemos cambiar cuando queramos por nuestra cuenta y una económica que no podemos cambiar; ahí ya no es un estado-nación, dependemos de Europa“, concluyó el director del ECFR recordando el mundo globalizado en el que vivimos.

 

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